Escrito por Eduardo M Romano el 10 agosto, 2015
Ilusión, miedo y añoranza.
Inquietud por algo que se anuncia
pero no llega.
Todavía guardaba las impresiones y las sorpresas
que ese sueño había logrado producirle.
Como si esa multidud de imágenes
tan fuertes como inconexas,
hubieran podido( por un rato) ,
manejarlo a su antojo.
Sujetándolo por este lado.
Arrojándolo por aquel otro.
Y a veces, dejándolo flotar,
libre e incierto.
Le resultaba tan difícil ponerlo en palabras.
Pero aún así,hizo el intento.
No vayan a pensar que consiguió gran cosa.
Sólo se trataba de unas hipótesis
tenues y a destiempo.
De ésas que acostumbramos hacer
cuando no tenemos en claro
de dónde aferrarnos.
Algo así como si los sueños
que lo arremetieron
esa noche,
se hubieran confabulado
para convocar sentimientos exuberantes.
Fueron presencias de lo más inauditas,
intensas e inestables.
Algunas parecían hermanas de la proeza y de la furia.
Otras del júbilo y el encantamiento.
Sostenidas por deseos impetuosos,
sedientos de palabras.
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