Escrito por Eduardo M Romano el 10 febrero, 2014
Cuando uno lo escuchaba,no tenía dudas acerca
de que se encontraba ante un modo de pensar de
lo más razonable,que derrochaba un justo equilibrio
con respecto a las personas y los asuntos del mundo.
De modo que si uno enfocaba las cosas desde ese
ángulo de mira, nada había que objetar a su
meticulosidad y a su mesura.
Sin embargo, en su modo de hablar,
en el manejo peculiar que hacía de las pausas
y las acentuaciones…en esos gestos mínimos
que se notaba que iban para un lado ,
mientras el decir iba para el otro…uno sentía algo
poco convincente.
Porque quedaba flotandola sensación de una inconsistencia
que no se sabía bien a qué cosa atribuirla..
Había algo de en su forma de decir queno sólo le jugaba
en contra,sino que además hacía que aparecieran casi
imperceptibles pero eficaces líneas
de quiebre , en casi todo lo que decía,poniendo tanto
cuidado y esmero.
Poco importaba cuál fuera el contenido….Era su modo de decirlo,
no habia nada que hacerle…eso que le pateaba en contra,
como si no hiciera otra cosa que contradecirse a sí mismo.
Casi como si en la intimidad , él mismo pudiera captar
el uso y el abuso que no dejaba de hacer todo el tiempo
del lugar común, la frase hecha y la cita…a las que remataba
con un baño de pompa y protocolo.
Entonces, en esa forma de hablar casi perfecta,
pero del todo aburrida,
por abuso de la monotonía..al final era como que se
terminaba revelando el misterio.
Esta persona transmitía de
distintos modos,
no sentir a su hablar como propio.
Entonces, pulcro, irreprochable y meticuloso
en cuanto al léxico .la sintaxis, y la semántica…
…pero todo de prestado..y nunca sentido como propio.
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