Escrito por Eduardo M Romano el 6 abril, 2014
En ella parecía que no había lugar para tonos ni colores intermedios.
Tal vez,( como podría pasarle a cualquiera de nosotros),
porque no le resultaba para nada sencillo conciliar
su imaginación desbordante con un estilo de vida
inclinado hacia la inercia y la monotonía.
Casi todo el tiempo,ella se esforzaba en adornar
y andar embelleciéndolas a las cosas,
como si quisiera disfrazarlas para que se parecieran
lo menos posible a eso, que a decir verdad, eran.
Así se entregaba de cuerpo y alma, a las desbordantes
fantasías y a los maravillosos ensueños diurnos.
Marcados por enredos deliciosos y tramas de lo más arriesgadas…
…Claro, que todo esto que les digo,
a ella sólo le ocurría por dentro.
Porque lo que se dice ,su propia realidad cotidiana,
seguía siendo siempre la misma.
Es decir,caracterizada por la pobreza y el devenir
de lo mismo.
Casi podría decirse que con el paso del tiempo,
para ella vivir, había quedado como reducido
a su incomparable refugio interno..en el que las cosas no dejaban
de ponerse cada vez más animadas y más lindas…
..claro que .dentro de sus
fronteras tan estrictas, sin tener que transformar nada de lo que
había allí afuera esperando.
Ese territorio ella sentía que le daba seguridad, y amparo…y alli sí que se animaba a cumplir su anhelado protagonismo
que en la vida con la otra gente,
ni se le cruzaba por la cabeza asumirlo…
…Y no por falta de ganas, sino porque en lo más profundo,
ella sentía, dolorosamente, que no podía.
El rol protagónico era siempre de algún otro.
Pero en los últimos tiempos, decía con cierta amargura,
le pasaba cada vez más seguido,
que al regresar de alguna de sus excursiones fantásticas,
se sentía como vacía y con el ánimo peor que al principio…y
que esto no le pasaba antes…
..Algo así como si esa ahora, esa vida doble
que había estado llevando ,
repartida entre el mundo real y cotidiano y el otro , el fantástico..
le estuviera reclamando un precio y una deuda.
Tal vez, por lo tan inconciliablemente separadas que estaban,
y estuvieron siempre, sin tener nada que ver una con la otra.
Nunca hubo tiempo ni lugar para las conexiones intermedias,
ni para los mínimos intercambios …me refiero a esas
idas y vueltas
que nos ayudan a explorar ciertas cosas,
y que no le
hacen mal a nadie…..
…esa clase de puntos de encuentro secretos y furtivos…
..o bien esas coincidencias fugaces, que pueden servir de apoyo
para que algo empiece a cambiar
no sólo por
adentro sino también afuera nuestro.
Bueno, el caso es que en ella,por ese entonces,
aún no había nada de esto…
..De modo que ninguna conciliación parecía posible
entre la vibrante abundancia de sus ensueños..
..y la insoportable monotonía de lo mismo,
que ella sentía que no dejaba de marcarle
su día a día.
Deja una respuesta