Escrito por Eduardo M Romano el 6 enero, 2017
Fueron nada más que unas pocas palabras,
enunciadas casi como al descuido,
sin la menor intención de complejidad o trascendencia.
Tampoco pretendían quedar grabadas para siempre
como si fueran algo importante.
Sin embargo, en ella despertaron,
esa clase de sencillez ligada a lo genuino.
Me refiero a esos asuntos
que son del todo capaces de dar ,
sin esfuerzo,
en el blanco.
Como quiera que fuera,
calaron tan hondo,
que desataron en ella
una catarata de sentidos intensos,
ecos precisos
y resonancias impostergables.
Ligadas a Escenas que conectaban
con otras que no dejaban de aglutinarse.
Unas claramente implicadas.
Otras, que si fuera por ellas, hubieran seguido su camino
haciéndose las distraídas.
Y pensar que se trataba «tan sólo » de palabras.
Y créanme que no importaba
en lo más mínimo,
cuánto tuvieran de confuso, irresuelto o ambiguo.
Igual sacudían los bordes
de algo indudablemente propio.
…» Las palabras fueron originalmente ensalmos y la palabra
conserva todavía hoy mucho de su antiguo poder ensalmador….
…mediante palabras puede un hombre hacer dichoso a otro
o empujarlo a la desesperación.»..
…»La conversación en que consiste el tratamiento psicoanalítico
no soporta terceros oyentes, no admite ser presentada
en público…es que esas comunicaciones tocan lo más íntimo de la vida
anímica…» (S.Freud.»Conferencias de Introducción al Psicoanálisis. O.C.)
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