Escrito por Eduardo M Romano el 17 marzo, 2014
Sabía de memoria que no ganaba nada
con eso…pero era más fuerte que él y no podía evitar
entregarse al inútil y tedioso ejercicio de ponerse a pensar en si era o no conveniente,
en aquello que iba a favor porque le sumaba
y lo otro que decididamente era preciso
establecer para sus adentros , que le estaba restando,
porque no hacía más que jugarle en contra.
Y así podía seguir , dale que te dale,
muchas horas seguidas con esta clase de artificios…
..no precisaba que ninguna persona ,
de esas solícitas y bien dispuestas, que aparecen
sin que uno las llame,
que viniera a decirle que eso que hacía
no servía para nada.
Porque en los asuntos del amor,
a menos que se trate de manipulación,
cosa cínica o instancia bien narcisista…
…eso de andar haciendo el recuento de lo que
está a favor y de lo otro que está en la vereda
de enfrente y en contra…de las ventajas y los
contratiempos….de esa especie de balance que nunca
termina de cerrar ,
entre el encanto, la desdicha y la magia…
…digo que todas estas cosas, en los asuntos
del amor,
sabemos que cuentan muy poco y en lo
que respecta al deseo,mucho menos.
Él ya lo sabía a todo eso,
porque lo habia sufrido varias veces
en carne propia…bastante más de lo que
hubiera querido….
De modo que de estos artificios deliberativos que se
los pasaba haciéndolos para adentro,
él tenía suficiente conciencia que no lo iban
a llevar a ningún lado…
..y que servían nada más que para ir estirándolo
un poco más al tiempo….haciendo com que estaba
ocupado siguiendo a esa idea ,
y después a aquella otra…
Pero él ya sabía de sobra que todo eso
que hacía
no era más que para gastarlo al tiempo,
en algo más
que extrañarla tanto.
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