Escrito por Eduardo M Romano el 11 junio, 2017
Las cosas parecian andar a las mil maravillas,
por los andariveles de lo consabido y de lo Mismo.
Me refiero a esa clase de carriles
que cada vez que agregan por un lado,
quitan
por el otro.
Como para que , en el fondo,
nada cambie adentro de uno.
Hasta que en algún momento,
(no me pregunten por qué , cuándo ni cómo )
sobrevino ese encuentro repentino.
Mitad venido de afuera
y la otra desde adentro.
No duró más que un instante. Pero en su caso,
resultó más que suficiente
para eclipsar ciertos nudos
e ilusiones,
que siempre las había dado
por certezas seguras.
Nudos e ilusiones
cuya función no era otra que la de dar vueltas
y más vueltas sobre ellos mismos,
para darle la razón
a la inercia.
El asunto, es que mas o menos ,
a partir de ese momento,
muchos reaseguros
que hasta ahí lo tranquilizaban de lo lindo,
empezaron a llegar tarde a la cita.
Mientras que a otros,
se les dio por hacerse los distraídos,
torciendo la vista para otro lado…
…aunque sabían que algo estaba pasando.
No vayan a pensar que se trataba de una cosa estruendosa ni rimbombante.
Porque casi que ni llamaba la atención.
Como suele pasar con lo importante.
Salvo por ese detalle sutil e inadvertido…
.. ese desliz fuera de tiempo….
…o esa palabra inoportuna
que lo dejó pagando,
cuando precisamente,
su intención era decir todo lo contrario.
Es que algo venido de lo Inconsciente,
estaba haciendo su retorno.
Cifrando una Verdad…según sus formas y sus modos.
Que es como decir,
dejando de estar adonde se suponía….
y abandonando la Escena
justito,
un rato antes.
eso que no cambia
Deja una respuesta