Escrito por Eduardo M Romano el 14 febrero, 2014
Ya no le inspiraba confianza y no había nada
capaz de modificar esa mezcla de intuición y sentimiento.
Por más que le perjurara que en esta ocasión
todo iba a ser diferente,
porque ya había aprnedido la lección ,
porque de los fracasos uno aprende,
y que en esta oportunidad ,
el aprendizaje para él había sido mucho…
..que los errores,los deslices,las mentiras y las
situaciones equívocas de antes,
seguro que no iba a volver a repetirlas…
…no había nada que hacerle..ya no confiaba
en su hacer ni mucho menos en las cosas que decía.
Y no se trataba, según me dijo,
de una mala predisposición de su parte
ni de un afán de revancha,
a los que por otra parte, me añadió,
tendría todo derecho,
después de todo lo sucedido…
..Aún así, seguía sosteniendo que no se trataba de eso,
sino de aquello que a pesar de sus intenciones,
esa persona no podía dejar de transmitirle ,
tanto a ella como, en menor medida,a los otros.
Porque si uno no se dejaba llevar y se mantenía un poco atento,
podía captar al vuelo
la resonancia discordante que acompañaba a ese dicho…
…el tono y el acento que iban en el sentido
precisamente opuesto al de esa palabra que usaba…
…el falsete de lo más inoportuno
que se le había escapado en medio de aquella frase que
venía tan bien encadenada,
que hasta iba camino de resultar convincente…
..y ni qué decir acerca de esa innecesaria redundancia
que había postergado al oportuno silencio…
..y a ese fallido que como para rematar
el asunto, dejó bien evidente
y al desnudo,
esa intención segunda…
..no había nada que hacerle, todas estas cosas juntas,
y otras que me decía que ya no recordaba,
o mejor dicho, que había preferido olvidarlas…
..hacían que ya no le tuviera la más mínima confianza,
a ese prometer siempre en futuro,
que salía de un decir tan escondedor,
esquivo,sospechoso y balbuceante.
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