Escrito por Eduardo M Romano el 6 enero, 2014
A una cosa de lo más trivial , inofensiva e insignifcante,
ella no tardaba en llenarla de preocupación y de angustia.
Y de añadirle,como una especie de brecha, con cierto toque de misterio.
Esto que les digo,ya era más que suficiente, dentro suyo,
para que diera comienzo la interminabe procesión de
marchas, contramarchas,precauciones supuestas,y medidas
preventivas, que eran de lo más estrafalarias…que se le empezaban
a poner en marcha…gastando buena parte de los espacios, sentidos
y los tiempos,
reservados a sus propias ideas y pensamientos.
Entonces, este asunto de lo más irrelevante,le exigía un estado de alerta contínuo. Que lo obligaba por ejemplo,
a hacer algo parecido a dormir cerrando un solo ojo ,
porque el otro debía permanecer, por la dudas , abierto…..
…y ese encuentro fortuito para ella, de casual, no tenía nada.
Porque era poco menos que premonitorio de eso horrible
que para ella estaba al acecho….y aquel otro lugar tan lindo
y abierto,
que para los demás podía ser la ocasión,
de ponerse a explorar unas cosas que podrían encerrar mucho de
seductor y de atractivo..no eran para ella sino el
preanuncio de malos presagios.
Ante los cuales, no cabía otra cosa
que multiplicar sus prevenciones.
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