Escrito por Eduardo M Romano el 7 febrero, 2021
Por alguna razón, que no sabría decirles,
se detuvo en esa palabra,
que aún era consistente y esbelta.
Como si a pesar de haber sido dicha por tantos,
no hubiera perdido
ninguno de sus enigmas
ni sus misterios.
Tal vez por ese motivo,
seguía imponiendo el respeto y la necesaria distancia.
Esa palabra
estaba al alcance de todo el mundo.
Cualquiera de nosotros podía enunciarla,
sin por ello sustraerle nada
de sus misterios ni la fuerza de su encanto.
Siempre había lugar
para la ocurrencia impensada,
el giro
que nunca había acontecido
o bien para la pausa y el suspiro
que ningún otro había dado.
Sucede que el Deseo
no duda en hacer lo suyo
en cada ocasión
en la que captura
a la palabra.
Deja una respuesta