Escrito por Eduardo M Romano el 26 abril, 2014
Todos tenemos esa clase de asuntos,
que no hacemos más que postergarlos,
ponerlos entre paréntesis,
o postponerlos para cuando el momento
se el oportuno
y las circunstancias más favorables..
Lo cual no tendría nada de malo,
pero el problema es que con ellos
siempre y todas las veces,
hacemos lo mismo. Dejarlos sin chistar
para más adelante.
Pero en lo que cocierne a nuestras subjetividades,
las cosas que nos pasan y nos inquietan,
no acostumbran ,precisamente, ser muy obedientes
y quedarse quietas , en silencio ni conservando la distancia correcta,
hasta que nos decidamos a avisarles,
que hemos decidido que les ha llegado el momento.
Más bien quedan al acecho,
esperando la ocasión,
tenue, leve, casual, burda , equívoca o anodina…
…para aparecerse de pronto ,
a veces tal como son,
pero habitualmente irreconocibles y disfrazadas de
alguna otra cosa…Imprevistas, súbitas y palpitando….
…tal vez con alguno que otro rasguño…pero ahí están,
justito frente a nosotros.
Diciendo en sus propios dialectos
y según sus modos,
que han venido por lo suyo…
…y créanme que ni falta que hace que nos expliquen
de qué se trata…porque ya solitos podemos darnos cuenta…
…que están dispuestas a cobrar su precio,
por tanta postergración
de nuestra parte,
con nosotros mismos,
para cuando llegara el momento
más oportuno.
Deja una respuesta