Escrito por Eduardo M Romano el 19 abril, 2017
Como para ser breve,
se esforzó en pasar por alto los detalles
que a su juicio, carecían de importancia.
Decía que su vida podía resumirse en pocas palabras,
como una sucesión de deslices, tropiezos,
hallazgos a destiempo
y cierta clase de vivencias
que mejor hubiera sido no tenerlas.
Era muy prolija en eso de esquivar pormenores,
vivencias y circunstancias,más o menos concretas.
Aún así, sus palabras eran duras.
Y cada escena que refería
resonaba más inquietante que la otra.
En medio de todo esto,
había un augurio que insistía.
Fuera de toda lógica , incoherente
y por demás incomprensibe para la consciencia.
Una amenaza borrosa y ambigua
que la acompañaba a cada lugar que fuera.
Una profecía que se hacía presente
cada vez que se le escapaba enunciar o escuchaba sin querer,
aquella palabra.
Gris y anodina.
Pero con una fuerza implacable,
que le venía vaya a saber uno de dónde.
Para disparar la idea
que iba a tener que soportar un destino de desdicha.
Igualito al de aquella ,
de quien perjuraba a los cuatro vientos,
que parecérsele
ni por asomo quería.
Mientras un tumulto de espejos invertidos,
piezas sueltas,fijaciones y apegos insabidos
sostenian a su modo,
todo lo contrario.
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